Psicópatas adolescentes: ¿carácter y/o destino?

[Ponencia presentada en el XVIII Congreso Ibérico de Astrología. Madrid, julio de 2001].

El 13 de enero del 2001 entró en vigor en España la cuestionada y criticada Ley de Responsabilidad Penal del Menor. Una ley novedosa que sustituye las penas represivas por una amplia gama de medidas de reinserción y que afecta a los jóvenes menores de 18 años y mayores de 14. El espíritu de esta ley parece loable, aunque a juicio de una gran mayoría, excesivamente suave en sus penas (ascendente Libra), y benevolente (Venus, regente del ascendente, en Piscis). Los impulsores de esta nueva ley parece que han apostado claramente por el arquetipo Libra, persiguiendo un equilibrio entre el sistema sancionador y el sistema educativo para los adolescentes y buscando, más que una medida coyuntural, las raíces (Sol/4) del creciente aumento de conductas delictivas de los jóvenes y su control punitivo (Sol trígono Saturno/8).

Pero la gran novedad de esta ley reside en que el Ministerio Público (el pueblo/Luna) pasará a ocupar el papel de instructor, algo que hasta ahora era una prerrogativa del juez, quedando así la Fiscalía en un ambiguo papel que ya por algunos expertos juristas ha sido tildado, más que de Ministerio Público, de «Misterio Público» (1). Astrológicamente, queda perfectamente explicado este extremo por la posición de la Luna (Ministerio Público) en la cúspide de la casa 12, siendo regente del MC (quién dirige) y hallándose a disposición de un más que subjetivo Mercurio.

Sin duda, esta ley no constituirá una iniciativa aislada, sino que previsiblemente será el prólogo de una serie de medidas legales centradas en combatir el creciente aumento de delincuencia juvenil con una nueva filosofía menos coercitiva, entendiendo seguramente que los modelos sociales han cambiado y conviene renovar algunos planteamientos que en la actualidad se muestran ineficaces. La nueva ley sacará a los menores entre 14 y 16 años de los reformatorios y pretende propiciar una nueva dinámica de actuación, sobre todo para evitar que los jóvenes que pisan una prisión antes de los 18 años, reincidan en la edad adulta, tal como ahora sucede en el 75% de los casos.

Esperemos que los tránsitos de Júpiter y el inminente de Saturno en el juvenil signo de Géminis (signo de la adolescencia) abonen esta coyuntura, al igual que lo hicieron hace unos años, concretamente en 1943, cuando se estableció por ley la mayoría de edad a los 21 años, también bajo el tránsito de Saturno/Géminis, en aquella ocasión apoyado por el sextil de Júpiter/Leo.

En cualquier caso, apuesto más por este tipo de medidas, se consideren suaves o no, que, por ejemplo, por las que en febrero del año pasado se han puesto en práctica en Inglaterra, en donde se pretende controlar la violencia juvenil con toques de queda, encerrando a los chavales, la mayoría entre 14 y 15 años, 12 horas al día en sus casas o colocándoles pulseras electrónicas a modo de grilletes sofisticados para tenerlos permanentemente controlados. Resulta, cuanto menos paradójico, fomentar medidas de aislamiento a una generación que tiene un índice de suicidios cinco veces superior a la que le precede. Una generación dura, en el peor sentido del término, que encuentra en nuestras sociedades en crisis el caldo de cultivo adecuado que propicia un sin número de conductas antisociales.

LAS CONDUCTAS ANTISOCIALES

El carácter (Sol) es una costumbre (Luna) que dura mucho tiempo (Saturno). Aristófanes

Siempre que analizamos cualquier tipo de conducta humana y, sobre todo, aquellas que nos desorientan o que escapan a la lógica más elemental, surge la eterna pregunta, la permanente dicotomía entre la predestinación inherente a todo ser y la incidencia que ejerce el aprendizaje social. Estos valores han sido analizados desde diferentes enfoques, y se han elaborado múltiples teorías, sustentadas por autoridades de diversos campos del saber.

Desde la óptica astrológica, seguramente podríamos llegar a consensuar que el individuo, cuando se cuela en este mundo, en este espacio/tiempo en el que vivimos, por la puerta de la casa 4, ya trae un gran número de factores estructurales pre-determinados e impuestos por destino que, indefectiblemente, le van a marcar en numerosos ámbitos de su vida, tanto a nivel de carácter como de destino y que, con el tiempo, irá desarrollando e incorporando experiencias que reorganizarán aquel bagaje inicial y le darán una finalidad. Determinar el grado de incidencia de esos factores estructurales incontrolables, en relación a aquellos en los que el individuo posee cierto grado de autonomía y, por tanto, de decisión personal, es tarea ardua y susceptible de múltiples interpretaciones y posicionamientos. Es el eterno debate que tantos ríos ha hecho verter, y no sólo de tinta.

La astrología, en este sentido, puede aportar claves para entender los mecanismos internos de cualquier tipo de conducta, incluso sin la obligada participación del individuo implicado, como exigen otras disciplinas. Pero, aunque llegáramos a desarrollar un genuino virtuosismo, una maestría artística en la interpretación astrológica, siempre nos quedarían lagunas y puntos oscuros difíciles de dilucidar en una carta natal, porque el ser humano, afortunadamente, es inabarcable y escapa a un control o previsión totales. Esta premisa, aunque parezca un escollo insalvable, no debe desalentarnos en la búsqueda de los resortes internos que todo acto humano, de una u otra manera expresa. En realidad, se trata simplemente de partir de una proposición básica: ni todo está totalmente determinado ni todo depende del individuo o puede ser cambiado por él en un acto de suprema voluntad.

Realmente, la astrología puede dar respuestas y explicaciones que permitan conocer la idiosincrasia de un individuo; pero esto no dejará de ser más que un modelo estático aproximativo, por muchas técnicas sofisticadas que utilicemos para intentar acceder a la realidad última. Verdaderamente, sólo llegaremos a conocer a alguien cuando éste se encuentre en una experiencia o situación límite, cuando se halle inmerso en un acontecer que exija una respuesta inmediata; aquí es, verdaderamente, cuando el individuo se mostrará como es, ahí saldrá su esencia, su auténtico carácter; mientras tanto, en el resto de circunstancias de la vida cotidiana, usualmente mantendrá sus constantes vitales de apariencia y de conveniencia, en ese conjunto de formas que, a modo de metabolismo basal astrológico, le permitan mantenerse y subsistir dentro de su marco de realidad.

La astrología, como todo conocimiento sublime, nos impele a dudar de la apariencia, invitándonos a buscar la esencia de toda realidad y, paradójica y simultáneamente, nos indica que la apariencia siempre expresa la esencia. Es el pez que se muerde la cola sin solución de continuidad: el yo y las circunstancias, el pulso entre la realidad interna y la externa que todo existencia lleva incorporada desde el primer latido de vida, o incluso antes. O dicho de otra manera: nada es lo que parece; aunque lo que parece, se suele aproximar a lo que es.

El conocimiento astrológico, en definitiva, es el que nos va a guiar en el análisis y estudio de los eufemísticamente denominados «comportamientos antisociales», que no son más que un conjunto de actitudes violentas, agresivas y, en el extremo, homicidas; disposiciones que algunos individuos adoptan como consigna de vida.

Esta exposición se centrará en el ámbito de los psicópatas juveniles; esos muchachos (la mayoría son varones) que precozmente desarrollan rasgos y actitudes destructivas gratuitas, incomprensibles y sin aparente fundamento; talantes que nos hacen sospechar que la psicopatía es una forma de ser (Sol), más que de estar (Luna).

El término psicópata, sustituido cada vez más por el de «sociópata», «personalidad antisocial», o «hijópata», expresión popularizada por un famoso fiscal de la Audiencia de Barcelona/España, engloba una serie de factores caracteriales y de conducta que definen el comportamiento perverso, y muchas veces delictivo, de cierto tipo de individuos que les gusta vivir al límite y que no aprenden de la experiencia, ni experimentan remordimientos o vergüenza con lo que hacen; sujetos a los que les divierte engañar, confundir o ser desconsiderados con los demás y, lo que es peor: no valoran la vida, ni la propia ni la ajena, y por eso disfrutan haciendo sufrir o matando.

El DSM-III, famoso Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Sociedad Americana de Psiquiatría, describe 12 tipos de trastornos de la personalidad, considerando a la psicopatía como uno de ellos y describiéndola como un «rechazo inmotivado de las normas sociales, baja tolerancia a la frustración, ausencia de sentimientos hacia los demás, conducta inmodificable por el castigo y defecto de aprendizaje por la repetición de la experiencia».

Existen diversas teorías que intentan explicar la psicopatología (biológicas, intrapsíquicas, fenomenológicas y conductuales). Cada una de ellas desarrolla, clasifica e interpreta una parte de la realidad, pero ninguna da una respuesta categórica, y lo que es peor, ninguna ofrece estrategias para tratar la conducta antisocial. Los expertos no se ponen de acuerdo y discrepan abiertamente sobre esta cuestión. En el Congreso celebrado en Valencia en 1996 sobre «Biología y Sociología de la Violencia», la pregunta, a si un violento nace o se hace, quedó sin respuesta por falta de acuerdo entre biólogos, psiquiatras, sociólogos y antropólogos, constatándose una vez más, en palabras del escritor Luis Racionero, que «la ciencia, que tanto ha logrado por el lado de la tecnología física, sea tan precaria en cuanto se acerca al fenómeno humano».

Repasemos, brevemente, las principales doctrinas sobre este asunto:

1. Conductual: la conducta antisocial obedece a algún desorden en la conducta adaptativa. El psicópata es un individuo enfermo, emergente de un núcleo familiar enfermo (2). Esta teoría tiene muchos detractores porque excluye a un gran número de psicópatas anónimos, adaptados a su medio, que no pueden ser analizados, entre otras cosas porque no han podido ser detenidos y encarcelados y, por otra parte, porque esta teoría descarta totalmente los factores psíquicos, biológicos o fenomenológicos.

2. Biológica: la violencia, como todos los comportamientos complejos del ser humano, es un proceso biológico que empieza y acaba en el cerebro, que es el que registra la huella de nuestras experiencias a través del lenguaje químico, en particular del circuito que controla las emociones y nuestra respuesta al estrés. El córtex prefrontal aporta una información adicional a nuestras reacciones emocionales (3). Un individuo que sufra un accidente en el córtex prefrontal tiene un gran riesgo de convertirse en un criminal, un antisocial, un impulsivo o un violento, en tanto que puede desencadenársele una disfunción cerebral que altere la comunicación entre los dos hemisferios cerebrales.

Conocidas las teorías ortodoxas sobre la psicopatología, a continuación analizaremos los factores astrológicos más significativos, potenciales o recurrentes observados en los psicópatas; elementos que, como ya quedó dicho, sospechamos que tienen una base tanto caracterial, como circunstancial, en diferentes grados, según el individuo en cuestión.

El elemento agua, se suele presentar en el tema en forma de carencia, debilidad o inexpresividad, lo que induce al individuo a expresar sus emociones de forma mórbida y distorsionada, evitando o reprimiendo todo contenido de este género. Sabido es que la carencia de este elemento es la más difícil de paliar y que, en el límite, priva al sujeto de la capacidad de empatía, no sólo para entender o saber ponerse en el lugar de los demás, sino incluso para llegar a procesar cualquier experiencia de carácter emocional. El agua, en un sentido general, siempre actúa como suavizante y catalizadora de todo aquello que toca, por eso su ausencia, en mayor o menor grado, propicia rigidez. De aquí a la indiferencia, la crueldad y la humillación, a veces, sólo hay un paso.

Naturalmente, cuando un elemento se halla débil suele remarcar la fortaleza de otro/s y la imperiosa y natural expresión de los mismos. En este sentido, observamos que el agua débil unida a un fuego dominante nos daría una exaltación del yo, que tiende a humillar y a dominar a los demás (dictador); unida a una tierra fuerte, una ambición desmesurada y la búsqueda de logros tangibles y materiales al precio que sea (empresario sin escrúpulos); unida al aire, la tendencia a imponer sus ideas de forma manipuladora y avasalladora (líder de secta, grupo o partido). En cualquier caso, siempre observamos la ausencia de consideración hacia los demás y la búsqueda de la satisfacción personal como meta prioritaria y exclusiva. El psicópata, al ser incapaz de procesar las emociones y carecer de afectos, también carece de celos: el psicópata nunca mata por amor y mucho menos, se suicida por esa causa (4). Su actuación, más bien, se fundamenta en el despecho y/o la venganza.

El psicópata suele tener una disociación entre la razón y la emoción, o dicho de otra manera, carece de inteligencia emocional en grado extremo: «carece de habilidad para manejar los sentimientos y emociones propias y los de las otras personas, de discriminar entre ellos y de utilizar esta información para guiar los pensamientos y acciones de uno mismo» (5).

El psicópata sabe lo que hace, aunque no lo siente. Le ocurre lo contrario que al psicótico, que es aquel individuo ininputable que ignora lo que hace porque ha perdido el contacto con la realidad (tiene delirios, alucinaciones, habla inconexa) y actúa bajo la influencia de diversos estados alterados de conciencia (paranoia, psicosis maníaco-depresiva). El psicópata difiere en gran medida del psicótico, pero nada indica que en un mismo individuo no puedan coexistir ambas tendencias y que una sea la dominante, permanente o puntualmente, y encubra a la otra: la astrología también nos enseña que todo está en el todo y que son las proporciones y los grados los que definen cualquier manifestación y sus peculiaridades.

Concluyendo, el elemento dominante y la común distorsión del elemento agua nos darán la base temperamental en la que se mueve el psicópata. Los planetas, por su parte, sobre todo los personales, como gestores que son de la partitura celeste, definirán y perfilarán la orientación que toma dicha base y su forma de manifestarse más previsible, sobre todo cuando el individuo llegue, como ya se ha dicho, a una situación límite o incontrolable.

1. El Sol, como indicador máximo de la autoestima personal, en el caso de los psicópatas, suele estar magnificado en algún sentido y ser la génesis de un narcisismo recalcitrante, egocentrismo, soberbia, megalomanía, etc. El psicópata necesita ser admirado y se cree con derecho a todo, por eso no encaja bien en grandes estructuras ni admite recibir órdenes.

2. La Luna, como exponente primordial de los apegos y la memoria, suele mostrarse en su faz más prosaica e instintiva, careciendo, por otra parte, de las características de cohesión que le son propias, o estando éstas en su mínima expresión o desdibujadas.

3. Mercurio suele estar fuerte en los temas de psicópatas, por eso son locuaces, hábiles mentirosos, manipuladores y dotados de gran capacidad de convicción; características que aseguran pasar por un tipo encantador, acomodaticio y con carisma. Cuando Mercurio está fuerte, se tiende a relativizar, conceptualizar, ser práctico y no tener apegos.

4. Venus, el planeta a partir del cual podemos establecer relaciones de reciprocidad, que nos permitan alcanzar la paz interior y la integración en nuestro medio, cuando se halla inarmónico, puede manifestar, no sólo la ausencia de dicha paz, que se convierte en envenenamiento y tortura permanentes (Venus es insistente), sino que, además, puede trabar la posibilidad de establecer relaciones de intercambio, en la medida de que se es incapaz de entender las motivaciones de los demás, o de ponerse en su lugar. Las relaciones que se mantienen, por tanto, siempre son por puro interés. Por otra parte, Venus representa el principio de placer, contrapuesto al de dolor, representado por Marte.

5. Marte, el representante de la actuación individualista, agresiva, impulsiva y reactiva, puede mostrar su talante más descontrolado e imprudente en la siempre novedosa búsqueda de la excitación límite y la satisfacción inmediata. Como es fácil deducir, Marte siempre estará en la base de toda conducta psicopática. El psicópata actúa y no suele pensar en los pros y contras de sus acciones ni, obviamente, en sus consecuencias. El Marte de un psicópata nunca dirá: «pienso, luego existo», más bien afirmará: «existo, luego ya pensaré». Esto, explicaría el por qué los psicópatas experimentan mucho menos miedo que los sujetos normales y que la mayoría de ellos sean hombres.

6. Júpiter, el cronocrator que junto con Saturno nos da la medida de la sociedad en la que nos movemos, es el planeta que más nos va a hablar del sentido moral y de los valores del individuo, de su sentido común, del uso de su grado de libertad y de sus necesidades de expansión a todo nivel. El psicópata tiene una visión especial de la libertad que, obviamente, usurpa e invade los derechos de los demás; en el extremo, incluso el más preciado derecho: el derecho a la vida.

7. Saturno, el planeta que marca los límites y las restricciones, siempre será un punto obligado de detención en el análisis de cualquier conducta psicopática, toda vez que siempre marca y define nuestras debilidades más manifiestas y nuestros puntos, digamos, de mayor frialdad. El psicópata es calculador, frío, racional e insensible; un sujeto que no soporta las restricciones y que no pierde contacto con la realidad, sabiendo siempre lo que hace y por qué. Saturno es la antítesis de la emoción, por tanto, cualquier emotividad que muestre siempre es sospechosa.

El planeta dominante del tema, finalmente, categorizará el perfil del psicópata y su modus operandi y aportará los datos más significativos para aproximarse al conocimiento de los impulsos que lo guían y motivan. El resto de factores de la carta natal estarán subordinados a las dominantes temperamentales y caracteriales.

CASOS CELEBRES DE JOVENES PSICOPATAS:

JAVIER ROSADO

9/12/1973, 21:00 – San Sebastián

Madrid, 30/04/1994, 1:30 horas.

Junto con un compañero de 17 años, mató aleatoriamente a una persona con la finalidad de hacer realidad el mensaje de un juego de rol inventado por él y denominado Razas. En la acción, que duró más de 20 minutos, la víctima fue cosida a puñaladas, algunas en zonas no vitales, con el propósito de infringir a la persona elegida la muerte más agónica y lenta posible. El tribunal que lo juzgó, consideró a Rosado no sólo ejecutor de este atroz crimen, sino inductor del mismo. Fue detenido un día antes de que llevara a cabo un nuevo asesinato que ya tenía programado; para esta ocasión, la víctima elegida era una adolescente, según consta en algunas notas que se encontraron destacadas en su diario personal. El informe forense psiquiátrico de la personalidad de Rosado, firmado por dos psiquiatras, no le considera un psicópata, argumentando que no presenta trastornos de la conducta. Dicho informe lo considera un loco, un psicótico y, por tanto, no le imputa el crimen. Este veredicto se apoyó en los siguientes extremos:

1. Trastorno disociativo de la realidad (esquizofrenia paranoide) que le provoca una amnesia disociativa y le hace olvidar episodios de su vida. Este trastorno le hace vivir en un mundo irreal construido por él mismo.

2. Trastorno de la personalidad múltiple: presencia de dos o más personalidades distintas o estados de personalidad, cada una de ellas con su propia forma de percibir, relacionarse y pensar. La subpersonalidad dominante en un momento determinado puede tomar el control absoluto de la conducta de la persona. Rosado explicó que tenía 43 personalidades diferentes, y que había sido la número 20 la que había tomado parte del juego.

Contrariamente, en el informe psicológico, elaborado por dos psicólogas, se consideró a Rosado un psicópata, y en un sentido más estricto, un sádico, basándose en las siguientes consideraciones:

1. El trastorno de la personalidad no le afecta la capacidad para entender y obrar y, por tanto, sabe lo que hace.

2. Mató porque quería matar y finge estar enfermo para salir indemne del juicio. Las precauciones que tomo antes y después de la acción no encajan, además, en su hipotética amnesia.

3. En algunos momentos de la entrevista mostró una actitud cínica y arrogante, mintiendo abiertamente. Su oratoria fina y brillante, impropia de un psicótico, se dirige, básicamente, a ensalzar su autoestima personal, considerándose más inteligente que los demás. Posee un odio visceral a todos aquellos que no creen ciegamente en su doctrina.

4. No ha demostrado sentimiento de culpa. En su propio diario escribió: «no sentí remordimientos ni culpas, ni soñé con mi víctima ni me preocupaba que me pillaran».

En cualquier caso, todos los expertos que han trabajo en el caso coinciden en afirmar que se trata de un sujeto inquieto, ansioso, frío, calculador, megalómano, rápido de reflejos, muy inteligente, extremadamente peligroso y susceptible de cometer cualquier otra acción monstruosa y que necesita urgente asistencia psiquiátrica. Los psiquiatras que le examinaron, afirmaron que manifestaba un cuadro clínico raro, poco conocido y no plenamente aceptado por la psiquiatría. En cualquier caso, esté loco o no, lo que está claro es que no es tonto: difícilmente hubiera elegido una víctima más poderosa que él.

Según palabras del propio Rosado, siempre se ha sentido un ser diferente y solitario, al que la gente le resulta molesta. A las chicas, en general, las considera putas, llegando a afirmar que sintió más placer cuando le pusieron tres puntos en la rodilla, que con cualquiera de las chicas que ha conocido. Se define a sí mismo como ratón de biblioteca y su máxima pasión consiste en quedarse en casa leyendo.

El tema natal de Javier Rosado recuerda enormemente al de otro conocido psicópata: Joaquín Ferrándiz (6). Ambos, nacidos el mismo día de diferente año, fueron capaces de engañar a forenses, psiquiatras y psicólogos y poseen numerosos rasgos comunes, sobre todo su marcado odio a las mujeres; aunque su modus operandi sea totalmente diferente, entre otras cosas, por su diferencia de edad.

Rosado presenta un temperamento de aire/mutable, unido a un explosivo y angular Marte como regente del tema. Estos dos factores ya nos perfilan a un individuo temperamental y agresivo en la forma de conducirse por la vida. La ubicación de Marte en el MC, recibiendo un trígono del Sol, sugiere que se trata de una persona de acción, que intentará llevar a cabo todo aquello que se plantee, de forma rápida, individualista, decidida, enérgica y atropellada (dwad Acuario), extremo éste reafirmado por la oposición partil con Urano que, no sólo le genera un estrés compulsivo (cardinal) por ser alguien importante (Marte/MC), sino que, además, le marca la necesidad de vivir al límite y sin cortapisas (Urano). Todo ello, unido a la carencia del elemento tierra, nos invita a pensar que se trata de un tipo poco pragmático, objetivo, previsor y realista.


Saturno, el planeta que marca los límites del individuo, y el planeta más indicado para paliar la carencia anteriormente descrita, al hallarse doblemente debilitado, tanto por signo como por casa, no colabora en ningún sentido para establecer la más mínima pauta restrictiva personal o de previsión general; más bien resulta todo lo contrario y esta dura posición, inhibidora de las emociones más básicas, está convulsionada por la cuadratura aplicativa a Plutón/3, lo que incrementa la obsesión, nutrida, además, por múltiples y escabrosas lecturas, y la necesidad apremiante (cuadratura cardinal) de racionalizar o canalizar esos fantasmas y miedos emotivos que surgen de lo más recóndito de su inconsciente (casa 12) de forma obsesivo compulsiva (Plutón).

La debilidad de Saturno, por otra parte, no le facilita estructurarse adecuadamente, usar correctamente los tiempos, tener sentido de la previsión, ni ser una persona discreta y pragmática. Por eso, seguramente, necesitó tanto tiempo de ejecución y de preparación para cometer un crimen, que resultó ser un fiasco técnico a pesar de podría haber sido perfecto (carencia de móvil y vínculo). Pero, no sólo fue técnicamente imperfecto, sino que, además, Rosado no pudo evitar contar lo sucedido (por eso, finalmente, le pillaron). En este sentido de indiscreción también coopera la Luna/Géminis y la posición de Mercurio en trígono al ascendente y sextil a Venus: necesita hablar de lo que le gusta, es decir, de sí mismo.

El Sol en Sagitario y en la casa 5, no sólo le hace ir de ganador por la vida, sino que le induce, por otra parte, a querer ser alguien importante y destacado (trígono partil al MC). En realidad, se trata de un Sol extremadamente potente (el segundo planeta más fuerte del tema) pero sólo en el nivel interno, en tanto que se halla interceptado y subordinado a Plutón, que es el regente de la casa que ocupa y sólo puede expresarse adecuadamente a través de él. Aquí radica una de las génesis del comportamiento de Rosado: se sabe poseedor de un gran poder, se siente tensionado para destapar lo más oscuro de su ser interno (Sol oposición Luna, regente de 12) y llevarlo a la práctica (Sol, regente del ascendente) pero, paradójica e incomprensible para sí mismo, el destino le niega un canal fácil de expresión.

A Rosado no le bastaba con saber que era el mejor, necesitaba ser conocido y reconocido por su valor, por sus actos y, sobre todo, que hablaran de él; su gran trino en aire, ubicado en casas de comunicación, así se lo exigía. Sólo necesitaba encontrar la fórmula para que los demás supieran de su superioridad, y qué método mejor que usar el contexto de la casa más potente para idear e inspirar un juego (casa 5) que sirviera de subterfugio para dar rienda suelta a todo el resentimiento acumulado que arrastraba. Seguramente, le resultó fácil desarrollar un juego solar (Razas) que se expresara de forma marciana (Sol trígono Marte) y por eso utilizó esta vía que en la carta despunta como más facilitada. Convencer a otros para su macabro proyecto era pan comido; el resto ya se sabe.

Este es el perfil condensado de un psicópata, de un sujeto que sabe lo que hace y por qué; de un ser megalómano, arrogante, insolente, ególatra, vanidoso y exhibicionista. Un individuo tan necesitado del aplauso que incluso indujo a otro más débil que él para compartir su fechoría, algo impropio de cualquier psicópata que se precie; no fuera a ser que no le creyeran cuando contara su hazaña, porque lo que está claro, es que lo iba a contar, no lo podía evitar.

ANDRES RABADAN
29/05/1973, 23:30 – BCN

06/02/1994, 14:30 – Sant Genís de Palafolls, Barcelona.

Sin mediar palabra mató a su padre, clavándole cuatro flechas con una ballesta que él mismo había fabricado para la ocasión. Una vez comprobado el resultado de su acción, se dirigió tranquilamente a las dependencias policiales y confesó su crimen. Posteriormente, se autoinculpó de los tres descarrilamientos de trenes que se habían producido en los dos meses anteriores (15 de diciembre, 4 y 17 de enero) en la línea litoral de Barcelona.

Todas las personas que lo conocían coincidieron en afirmar que se trataba de un joven normal, tanto en su apariencia como en su comportamiento; alguien, que nunca había destacado en nada, de conducta responsable, educada, prudente, comedida y tranquila, más propia de un adulto que de un joven que todavía estaba cursando COU. Su única afición conocida era dar largos y solitarios paseos en bicicleta; su único presumible trauma era el suicidio de su madre cuando tenía 11 años de edad.

Conocido el suceso, sus compañeros de clase no daban crédito a lo que había acaecido y se debatían en una confusa tribulación, mezcla de incredulidad, indignación, desconcierto y quizá de sospecha sobrevenida. Sus colegas más cercanos evocaban anécdotas vividas con Andrés; otros, iban más allá y escudriñaban mentalmente algún dato que se pudiera asociar con lo que había pasado. Todos los esfuerzos eran vanos: Andrés jamás tuvo una actitud agresiva con nadie, nunca delató a través de sus palabras, de su mirada o de su acción un atisbo de provocación, de ira o de simple mordacidad. Su novia, seguramente la más confundida y afectada por el suceso, necesitó atención médica para digerir la noticia y la magnitud e implicaciones de todo lo acaecido.

Todos, sin excepción, vivenciaron un intenso sentimiento, difícil de definir, pero de profunda visceralidad; todos se preguntaban cómo no fueron capaces de darse cuenta, cómo teniéndolo tan cerca no pudieron llegar a sospechar que compartían sus juegos, sus intimidades, sus confidencias con un asesino despiadado capaz de la mayor de las atrocidades. Sus vecinos se preguntaban por qué aquel niño solitario y retraído había sustituido su inocente tirachinas infantil por una mortífera ballesta, con el propósito de acabar con la vida de su padre. Sus profesores del instituto no comprendían por qué la desmesurada afición de Andrés por la física y la química derivó en una necesidad de descarrilar trenes repletos de pasajeros, como si de una clase de prácticas de física se tratara. Los psicólogos que lo trataron, días después de su detención, se debatían, sin ponerse de acuerdo, como es natural, sobre si la etiología de su presumible patología era psicopática o psicótica. Lo de siempre.

El análisis astrológico de su tema natal nos puede arrojar algunos datos sobre su idiosincrasia y forma de entender la vida y ofrecer un punto de apoyo para analizar su conducta y su posible imputabilidad. En primera instancia, resaltan y sorprenden las múltiples coincidencias que se dan entre este tema y el anteriormente expuesto, siendo

las más significativas las siguientes:

1. El elemento agua, inexpresivo y maleficiado.

2. La debilidad del elemento tierra.

3. La dominante aire/mutable.

4. La conexión de Marte con el MC, en este caso por trígono aplicativo.

5. El aspecto Sol/Marte.

6. El gran trino formado por planetas en signos de aire.

7. Regente del ascendente en casa 5.

El temperamento de aire/mutable se refuerza por la posición del regente del ascendente, del Sol y del regente del tema (Mercurio), todos ellos en Géminis. Resulta factible deducir que se trata de un individuo dotado de gran sentido de la adaptación, polifacético, con grandes recursos mentales, interesado por estudios, sobre todo técnicos (Mercurio trígono Urano), bastante descreído, dubitativo y poco o nada emocional. Tenderá a racionalizarlo todo y, en cierta forma, también se creerá superior a los demás, aunque, naturalmente no lo dirá. En este sentido, su ascendente Capricornio, en un dwad/Escorpio, le hacen hermético y enigmático y le apuntan una personalidad muy definida y unas inclinaciones vengativas y crueles (Escorpio) que, tarde o temprano, podrá llevar a la práctica con suma facilidad: Marte, regente de dwad, trígono al MC.

La oposición Sol/Neptuno apunta la posibilidad de un trastorno psicótico de base o genético (Sol/4), que unido a una clara tendencia depresiva, puede ser el origen de su problemática. A este punto se une la conjunción de Saturno con Venus, regente de la casa 4, que puede indicar un hogar marcado por la austeridad, el rigor y la represión y un tanto desestructurado (Venus en dwad/Acuario); es decir, Venus se halla reprimida desde muchos ángulos: por su asedio entre Mercurio (regente del tema) y Saturno (regente del ascendente), como por su posición peregrina y de dwad. No resulta extraño, por tanto, que el resentimiento surja y se dirija hacia el propio hogar (Venus rige la casa 4) y se considere al padre (casa 4) como el artífice, protagonista o culpable de dicha traba.

Los planetas que dominan su ser interno, Júpiter y Plutón, le hacen una persona descontrolada, descuidada, desordenada, con poco sentido común, que detesta la rutina y desprecia los valores consagrados, familiares y convencionales (Júpiter/Acuario/1 cuadratura Luna). Su sentido de la realidad y del presente no dejan de ser peculiares (Acuario) y exentos de toda base práctica. Igualmente, su sentido de la justicia, personalizado en sus propias ideas extravagantes y cambiantes, pero que él considera genuinas y auténticas (Sol trígono Júpiter) le inducen a creer, en un alarde de fanfarronería, que está por encima del bien y del mal, ajeno a todo sometimiento y con derecho a cambiar de raíz todo aquello que le moleste (Sol trígono Plutón).

Júpiter en casa 1 y en cuadratura a la Luna, en signos fijos, es un claro indicador de propensión a desórdenes mentales y a manifestar (casa 1) una intranquilidad motora que, aunque tienda a ser inhibida (ascendente Capricornio), tarde o temprano la exhibirá, por una parte, de forma neurótica y caótica (Júpiter conjunción nodos sur de Neptuno) y, por otra, con gran alarde de dogmatismo y megalomanía (Sol trígono Júpiter). Todo ello le inducirá a la urgente necesidad de transformar su vida y no dejar ni los cimientos (Júpiter trígono Plutón), naturalmente, por sí mismo (Sol trígono Plutón).

Su idea de futuro, permanentemente activada, (Júpiter/1, siendo regente de casa 11), tortura su mente (Júpiter cuadratura Luna/3) y tenderá a expresarse a través de Marte, que es el dispositor de la Luna; un Marte pisciano, indolente, desestructurado e inconsciente que siempre actuará en su contra (cuadratura Sol).

La angustia vital que le aporta Plutón/8, le invita a dar un significado profundo a ese debate mental y corrosivo. En realidad, lo que más necesita es ponerse a prueba consigo mismo y demostrar su filosofía de vida, que está marcada por un gran sentido de la tragedia y la desazón (Venus, regente de 9 conjunción Saturno), y de hacer cosas sin precedentes (Urano en cúspide de 9).

Sin duda, el trígono partil Mercurio/Urano le facilitó e invitó a descarrillar los trenes, más que nada, por un sentido estético (Libra): a ver qué pasaba. Pero como esa experiencia no llegó a ser todo lo gratificante que prometía, se decidió probar otro tipo de acción, igualmente original y descabellada, y dirigida en este caso hacia su hogar (Mercurio conjunción Venus, trígono Urano), un hogar por el que sentía resentimiento y en el que experimentaba un odio cartaginés, irreconciliable y enconable (Venus cuadratura Marte); un hogar ya predestinado a estar marcado repetidamente por la tragedia; no en balde, la cúspide de la casa 4 está en conjunción al nodo sur de Marte, y Venus, el desgastado regente de dicha casa, sitiada, asfixiada, humillada y pervertida. El desquite (Venus cuadratura Marte) era sólo cuestión de tiempo, porque como dejó escrito Ortega, toda realidad que se ignora, prepara su venganza.


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Notas:

1. Diario El Mundo. Madrid 3/11/2000.

2. Marchiori, H. Personalidad del delincuente. Ed. Porrúa. México 1990.

3. Niehoff, Debra. Biology of violence.

4. Garrido, V. El psicópata. Edit. Algar 2000.

5. Goleman, D. Inteligencia emocional. Edit. Kairós 1996.

6. Gil I. Perfil astrológico de los agresores sexuales. Revista Eudemón. Madrid 2000.

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