En febrero de 1995 fue condenado por la Audiencia Provincial de Barcelona a 175 años de prisión por apuñalar a 16 mujeres, una de ellas con resultado de muerte. También fue condenado indemnizar a sus víctimas con un total de 50 millones de pesetas. Cometió sus fechorías entre 1991 y 1993.
Acometía siempre por la espalda, sobre todo en la zona genital y en los glúteos. Atacaba siempre a mujeres que no podían ofrecerle mucha resistencia y con todas las ventajas para él (Ascendente Libra).
Estando en prisión vendió su piso para no tener patrimonio con el que responder a las previsibles indemnizaciones económicas. El juez instructor parece que no se enteró; asunto del que, posteriormente, este personaje se jactó durante la vista. Como buen Tauro, el dinero es lo primero; bueno, también lo segundo.
Ahora, un fallo emitido por un tribunal de pacotilla de Estrasburgo, un tribunal que no es un tribunal, de jueces que no son jueces, lo ha puesto en la calle en connivencia con las autoridades que nos afectan.
A las víctimas pasadas seguro que les conforta mucho el “apoyo” del rey, los gobernantes y los jueces de la audiencia, que las reúnen, éstos últimos, para darles la “inevitable” noticia. A las víctimas futuras más vale que les dieran una foto actualizada del depredador que, a decir de los medios de comunicación no está “rehabilitado” y según los “expertos” tampoco reinsertado.
En un individuo de esta calaña no cabe el concepto rehabilitar porque no es un enfermo. Rehabilitar, en este caso, sería como pretender que un lobo cambie el aullido por el balido y su dieta se torne vegetariana y todo, por el simple hecho, de que estuvo un tiempo encerrado en un redil en el que no había glúteos femeninos para apuñalar.
Si, al menos, supiéramos donde ahora vive, las mujeres podrían evitar las paradas de metro próximas a su escondrijo, porque este lobo, preferentemente, atacaba en las inmediaciones de su guarida por aquello de no cansarse mucho, que diría un venusino. Alea jacta est.
Análisis astrológico del caso:
