Asesinos Sagitario: el caso Gucci

El 27 de marzo de 1995 fue asesinado Maurizio Gucci, el hombre de los 500 millones de dólares. Gucci fue abatido por la espalda  cuando entraba en su despacho de Milán. Dos tiros efectuados desde un coche, con una pistola provista de silenciador, acabaron con la vida del embajador de la moda italiana. La policía abrió diferentes vías de investigación y se buscaron los móviles más plausibles, pero la mayoría de las pistas resultaron infructuosas. Se llegó incluso a pensar que el asesinato estaba relacionado con el juego, puesto que Gucci tenía intereses en diferentes casinos, pero todos los caminos resultaron estériles hasta que se empezó a indagar en la agitada vida privada del fallecido, que se entroncaba irremediablemente en el intrigante culebrón de la saga de los Gucci, que no le envidia nada a la más renombrada de las series televisivas.

Los Gucci siempre fueron una familia marcada por las luchas de poder. El abuelo de Maurizio fue el pionero de la saga y ya en los años 50 había consolidado una empresa reconocida internacionalmente. Tras su muerte, sus nietos originaron el primer gran conflicto de intereses. Maurizio, falsificando la firma de su padre, se apropió de la mitad del capital que a aquel le correspondía, pero tras la denuncia de sus familiares, sus bienes fueron hipotecados por el Estado, aunque posteriormente fue absuelto, recuperando así la presidencia del grupo. En 1993 vendió el 50% del capital a un grupo árabe y se quedó otro tanto. Maurizio tenía un gran imperio, poder y prestigio y era el centro de una lucha encarnizada de intereses, una lucha que se recrudeció a partir del divorcio de su primera esposa, una viuda a la que se vio llorar desconsoladamente en el majestuoso funeral de su ex marido. Lágrimas que, como algunos sospecharon, resultaron ser más de cocodrilo que de verdadera aflicción.

En 1990, Patrizia Reggian se divorció de su marido, que ya por aquel tiempo tenía una relación  de tiempo con otra mujer. Las dos hijas del matrimonio se quedaron a vivir con ella y a partir de ese momento empezó una larga y tortuosa etapa de duras críticas y disputas por cuestiones económicas, pues Patrizia nunca se conformó con lo que él le pasaba en concepto de mantenimiento y tampoco admitió de buen grado haber sido despechada por su marido y menos para irse con otra mujer. El hecho de que las hijas fueran las herederas directas de Maurizio agravaron las disputas en tanto que ella le inquietaba que parte de la herencia fuera a manos de su nueva pareja.

Estas conocidas querellas fueron las que llevaron a la policía a investigar los entresijos de esta truculenta historia, plagada de odio e intrigas. La policía, alertada por un confidente, tuvo conocimiento de que el portero de la finca donde vivía Maurizio había intentado reclutar los servicios de un sicario en los bajos fondos de la ciudad, para encargarle un trabajo. Este dato abrió una nueva vía de investigación y pronto dio el resultado apetecido. Un agente, que se hizo pasar por traficante,  fue infiltrado en el hampa y consiguió contactar y ganarse la confianza de los dos individuos que se sospechaba habían sido los autores materiales del asesinato. En poco tiempo, les convenció para que extorsionaran a Patrizia y le reclamaran 100 millones de liras más a cambio de su silencio. La policía grabó las conversaciones telefónicas entre los implicados y obtuvo las pruebas que necesitaba para imputar a la siempre sospechosa “viuda de oro” en el asesinato de su ex marido. Cuando fue detenida, no preguntó el motivo, porque lo sabía sobradamente, sólo pidió a los agentes un poco de tiempo para arreglarse. Entró en prisión con un abrigo de visón.

Durante el juicio, celebrado en la Corte de Milán, quedó acreditado que Patrizia delegó los pormenores del asesinato de su ex marido a un íntima amiga, de profesión vidente. Esta contactó con el portero de la finca en la que vivía el empresario, también aficionado al ocultismo, y que fue el que contrató a los dos sicarios que materializaron el plan. Patrizia abonó 500 millones de liras por la operación, que los cuatro implicados se repartieron. Durante el juicio “la viuda de oro” se declaró inocente, aunque admitió saber quienes eran los asesinos de su ex marido porque les tuvo que pagar, según ella, para que la dejaran de extorsionar con hacerle daño a sus hijas.

El  3 de noviembre de 1998, el tribunal la condenó a 29 años de prisión por haber ordenado el asesinato de su ex marido con la complicidad de los otros cuatro acusados. El 17 de marzo de 2000 la condena fue revisada por el Tribunal de Apelación y reducida a veintiséis  años. Lejos quedaba aquel día en que Patrizia celebró por todo lo alto el primer aniversario del deceso, acompañada de sus mejores amigos, que se dieron cita en la fastuosa casa en la que el empresario vivía con su nueva compañera en el momento de su muerte y que, prontamente, fue ocupada por Patrizia.

En 1990, Patrizia Reggian se divorció de su marido, que ya por aquel tiempo tenía una relación  de tiempo con otra mujer. Las dos hijas del matrimonio se quedaron a vivir con ella y a partir de ese momento empezó una larga y tortuosa etapa de duras críticas y disputas por cuestiones económicas, pues Patrizia nunca se conformó con lo que él le pasaba en concepto de mantenimiento y tampoco admitió de buen grado haber sido despechada por su marido y menos para irse con otra mujer. El hecho de que las hijas fueran las herederas directas de Maurizio agravaron las disputas en tanto que ella le inquietaba que parte de la herencia fuera a manos de su nueva pareja.

Estas conocidas querellas fueron las que llevaron a la policía a investigar los entresijos de esta truculenta historia, plagada de odio e intrigas. La policía, alertada por un confidente, tuvo conocimiento de que el portero de la finca donde vivía Maurizio había intentado reclutar los servicios de un sicario en los bajos fondos de la ciudad, para encargarle un trabajo. Este dato abrió una nueva vía de investigación y pronto dio el resultado apetecido. Un agente, que se hizo pasar por traficante,  fue infiltrado en el hampa y consiguió contactar y ganarse la confianza de los dos individuos que se sospechaba habían sido los autores materiales del asesinato. En poco tiempo, les convenció para que extorsionaran a Patrizia y le reclamaran 100 millones de liras más a cambio de su silencio. La policía grabó las conversaciones telefónicas entre los implicados y obtuvo las pruebas que necesitaba para imputar a la siempre sospechosa “viuda de oro” en el asesinato de su ex marido. Cuando fue detenida, no preguntó el motivo, porque lo sabía sobradamente, sólo pidió a los agentes un poco de tiempo para arreglarse. Entró en prisión con un abrigo de visón.

Durante el juicio, celebrado en la Corte de Milán, quedó acreditado que Patrizia delegó los pormenores del asesinato de su ex marido a un íntima amiga, de profesión vidente. Esta contactó con el portero de la finca en la que vivía el empresario, también aficionado al ocultismo, y que fue el que contrató a los dos sicarios que materializaron el plan. Patrizia abonó 500 millones de liras por la operación, que los cuatro implicados se repartieron. Durante el juicio “la viuda de oro” se declaró inocente, aunque admitió saber quienes eran los asesinos de su ex marido porque les tuvo que pagar, según ella, para que la dejaran de extorsionar con hacerle daño a sus hijas.

El  3 de noviembre de 1998, el tribunal la condenó a 29 años de prisión por haber ordenado el asesinato de su ex marido con la complicidad de los otros cuatro acusados. El 17 de marzo de 2000 la condena fue revisada por el Tribunal de Apelación y reducida a veintiséis  años. Lejos quedaba aquel día en que Patrizia celebró por todo lo alto el primer aniversario del deceso, acompañada de sus mejores amigos, que se dieron cita en la fastuosa casa en la que el empresario vivía con su nueva compañera en el momento de su muerte y que, prontamente, fue ocupada por Patrizia.

Patrizia es un caso representativo de Sagitario puro, por cuanto tres de los máximos indicadores de su tema natal se hallan enclavados en este signo. El Sol, la Luna y el ascendente dispuestos en la franja sagitariana le otorgan los principales atributos sagitarianos de forma exagerada en todos los sentidos. Los nacidos bajo este ígneo signo suelen ser gente que no tiene límites para casi nada y deberán enfrentarse, tarde o temprano, a importantes contradicciones y crisis de valores, las propias que resultan de la combinación de su naturaleza humana y, a la vez, animal, fielmente representada por el símbolo del signo: el centauro.

El centauro apunta con su flecha al cielo y, en los sagitarianos más evolucionados, indica la  necesidad de alcanzar alguna cota de conocimiento o de desarrollar una filosofía de vida que le permita progresar; en los tipos menos evolucionados, la flecha apunta hacia objetivos más mundanos y representa la necesidad de alcanzar una alta posición social  que permita vivir cómodamente y que le otorgue prestigio y honores. En un sentido o en otro, el sagitariano siempre se proyecta y asume, como buen signo de fuego, los riesgos y aventuras que sean necesarios para conseguir sus propósitos. Sagitario es valiente y lanzado, pero disperso y desatento, por eso apunta con su flecha, pero no la dispara a un objetivo en concreto, prefiere esperar porque sabe que hay más de un objetivo a conseguir y una sola flecha para lanzar, este es el problema: apunta y no dispara y, al final, puede tensar tanto el arco que lo rompa por la mitad.

Algo así le sucedió a la “viuda de oro” que, no conforme con la asignación vitalicia que su ex marido le pasaba y disgustada en extremo por la nueva relación sentimental que él había emprendido y que, además, podía hacer peligrar el legado del magnate, orquestó su muerte, sin calcular demasiado las consecuencias, e impulsó un nuevo episodio de desgracias en el clan de los Gucci. El odio siempre es cegador, y en una mujer herida, se convierte en algo implacable.

En el tema natal de Patrizia destaca a primera vista la fortaleza del sector ascendente, ocupado por cuatro planetas, entre ellos el Sol, que es el regente de su tema, máximo indicador de su carácter y destino, y que por su posición angular, se convierte en el eje sobre el que pivotará toda su existencia. La posición del Sol en el ascendente, incrementa sus tendencias más innatas y arraigadas, haciendo destacados, tanto su virtudes como sus defectos; es decir, es una persona fácil de conocer y de captar por los demás.

Patrizia es extremadamente individualista, segura, exigente, proposital, creativa y nada influenciable. Destaca en ella su automotivación y su sentido de la suficiencia que le hace sentirse capaz de cualquier cosa. Parecería que no le tiene miedo a nada y de hecho sólo lo tiene a una cosa: miedo visceral a la pobreza, miedo a la desposesión. Ese es el único desasosiego que le acompañará toda su vida, explicitado en su tema natal por el aspecto de tensión entre el Sol y Saturno, regente del sector 2, siempre relacionado con las posesiones en general y el dinero, en particular.

Este miedo a la desposesión unido a su natural ambición, la empujaron a conseguir un status al precio que fuera. Mercurio unido al Sol en el ascendente, da cuenta de esta fatal avidez, que se convierte en consigna de vida al ser Mercurio el que rige los sectores 9 y 10 del tema natal; es decir, el exigente mandato dictado por el Sol adquiere a través de Mercurio un propósito de vida que obliga a lograr una posición social que, finalmente, puede ser alcanzada a través del matrimonio, puesto que Mercurio también rige el sector 7, ubicado en el signo de Géminis.  Seguramente, estos evidentes propósitos los captó su futuro y sagaz suegro que, poco antes de la boda, acertada e intuitivamente, le dijo al cardenal de Milán: “esa muchacha no me gusta”. Una lapidaria frase que era todo un presagio de lo que más tarde iba a acontecer.

La “viuda de oro” es, ciertamente, un personaje de “armas tomar”. Dotada de un carácter fuerte, inflexible, determinativo y altanero nunca le tembló el pulso ni dudó de los pasos que tenía que dar para conseguir sus propósitos, que siempre estuvieron guiados por una ambición y un optimismo desmedidos. La combinación de la Luna, Júpiter y Marte en el sector ascendente no deja de ser conflictiva y marca un impronta difícil de digerir, sobre todo atendiendo al aspecto de tensión que estos planetas mantienen no sólo entre ellos, sino con el anárquico Urano, situado en el sector 7 del tema. Podría afirmarse que bajo la apariencia de un absoluto autocontrol se esconde un mar de desbordadas y violentas emociones que perturban profundamente el ánimo y, en ocasiones, la razón.  Patrizia es una histérica histriónica.

La Luna, el planeta que rige las emociones, se halla doblemente afligida por su situación  en el temible “centro galáctico”, comentado en otros casos, y por su permanente y estrecho enfrentamiento con Urano, un planeta que va a la deriva, sin regencia propia, y que le genera un estrés difícil de controlar,  que le afecta a su sistema nervioso, y no le otorga demasiados respiros o la posibilidad de desconectar y relajarse. Como la Luna, por su parte, rige el sector del intercambio sexual, esta inquietud toma cuerpo en las relaciones sexuales que se convierten en algo tormentoso y que no le aportan la satisfacción esperada y, por otra parte, exigida insistentemente por el hierático Plutón, también ubicado en ese sector.

Esta urgencia e incapacidad para obtener la máxima de las gratificaciones, no sólo le genera una profunda y periódica crisis existencial sino que, además, le impele a resolverla a su manera, transfiriendo inconscientemente a todos los órdenes de su vida ese malestar que le aqueja y que, por momentos, culmina en la mayor de las torturas. Sus conocidas salidas de tono, insolentes y despreciativas, no son más que una pequeña muestra de lo ya apuntado y evidencian las arrolladoras y volubles formas sagitarianas, en la más brutal de sus expresiones.

El planeta Júpiter en el sector ascendente, abrazando al potente y descontrolado Marte, e impulsando al Sol, planeta dominante del tema natal, es un claro indicador de cómo Patrizia va a encarar cualquier problema que se le presente en la vida: por Júpiter, a lo grande; por el Sol, a su manera, y por Marte, con agresividad.

Siendo Júpiter el representante de los valores morales y del acatamiento de la ley, su unión con el trasgresor y exaltado Marte no es de muy buen augurio, en el sentido de respeto y aceptación a las normas. Marte unido a Júpiter, más bien expresa la idea de “yo hago mi propia ley”, y si es necesario, se recurre a la violencia (Marte), de forma  premeditada, tal como expresa el aspecto armónico entre aquellos y el  frío Saturno. Patrizia organizó el asesinato de su marido bajo estas premisas, pero cometió el elemental error de confiar en extraños para ejecutarlo. Si lo hubiera hecho sola o a su manera, quizá el resultado hubiera muy sido diferente. Es peligroso confiar o dejarse asesorar por los demás cuando el sector 7 se encuentra perturbado por presencias planetarias inquietantes, en este caso por Urano que, además, de afectar a los planetas referidos, establece un aspecto exacto de tensión con el sector 10 del tema natal, anticipando que cualquier acción agresora, orquestada con los demás, puede tener efectos funestos para el destino y propiciar una hecatombe radical y súbita, a la forma uraniana.

El día que se cometió el atentado contra su ex marido, Urano transitaba el grado 29 de Capricornio, y culminaba un aspecto de tensión y de amenaza a la posición que el mismo Urano tiene en su tema natal, ubicado en el grado 29 de Cáncer. Fue una acción descabellada, realizada en el momento menos propicio. Si la “viuda de oro” hubiese tenido conocimientos astrológicos, nunca hubiera permitido que el atentado a su marido se hubiera llevado a cabo ese día; de todas formas, seguro que ahora dispondrá de tiempo para poder estudiar cualquier cosa, incluso astrología.

12 Formas de matar

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