Hay miedos que, cuando se comparten, flaquean. Pese a ser torero, Francisco Rivera siempre temió la muerte. Pese a nacer famoso, siempre tuvo miedo al rechazo. Vivir bajo el estigma de una familia de grandes maestros del toro lo abocó al arte taurino, sin saber si ese sería su mejor camino de vida. En amores, poca fue su suerte al tener por progenitora a la divina Carmina. Crecer bajo la falda de su madre, por la que tenía devoción, le condicionó de por vida en su relación con las mujeres.
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Gracias, me ha encantado .
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