El 14 de abril de 1931 se produjo un cambio de régimen en España. Uno de los pocos que, de inicio, fue pacífico, pero que desembocó cinco años más tarde en una guerra civil, la cuarta guerra civil en un siglo.
El martes 14 de abril amaneció radiante y la gente se echó a la calle para celebrar los resultados de las elecciones municipales celebradas el domingo anterior. Sólo se conocían los resultados parciales de las capitales de provincia, pero se sabía que los partidos antimonárquicos (republicanos, socialistas y comunistas) habían derrotado a los monárquicos y, dado el carácter plebiscitario -¿República o Monarquía?- que había tenido la campaña, la conclusión era evidente: la monarquía había sido derrotada y debía proclamarse la República. Al rey, sólo le quedaba el exilio o resistir ante lo inevitable. Eligió la primera opción, no sin antes comprobar que la Monarquía había perdido todos sus apoyos, sobre todo el sostén de las fuerzas armadas. Ese mismo día, solo y aturdido, Alfonso XIII abandonó el país para no volver nunca más.
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